mércores, 11 de xullo de 2018

Lecturas (II): Contra la lectura



En la XI Xornada dos Clubs de Lectura que tuvo lugar en Santiago de Compostela el pasado 1 de junio de 2018, los/as docentes asistentes recibimos como regalo el ensayo Contra la lectura (2018), de Mikita BrottmanBrottman es doctora en Lengua y Literatura Inglesa, investigadora y profesora, aunque prefiero pensar en ella tal y como se define en el libro, una mujer que "lee mientras camina por la calle" (p.96).

Brottman, con su ironía y su tono desafiante, me desbarató los esquemas desde las primeras páginas.
"En este libro expongo dos argumentos básicos. El primero de ellos es que la lectura, en sí misma, no es necesariamente una actividad virtuosa; qué se lee y cómo se lee marcan la diferencia. El segundo es que leer demasiado es, de hecho, algo posible" (p.9)
En un libro que en inglés se tituló The Solitary Vice: Against Reading, en alusión a la masturbación, sólo cabía esperar que el desafío fuese en aumento, poniendo en entredicho con humor fino supersticiones, cánones y clásicos.
"Queridos lectores: la próxima vez que escuchéis a alguien quejarse de que ya nadie lee, preguntaos: ¿qué representa "leer" para esta persona? ¿Qué es lo que de verdad le preocupa?" (p.10) 
"Permitidme dejar las cosas claras: no hay libros que "debáis" leer" (p.111) "Hay muchas razones por las cuales la gente cree que hay libros que "deben" leerse, pero sospecho que la mayoría de ellas pueden resumirse en inseguridad intelectual, esnobismo, temores residuales de clase, egoísmo y una especie de folclore supersticioso arraigado en la tradición y en el nacionalismo, reforzado por las disputas territoriales académicas y culturales, y plasmado en los planes de estudios escolares y universitarios" (p.118)
"Los clásicos son, en realidad, una selección bastante aleatoria de curiosidades cuyo estudio se nos exige por el simple hecho de que, por diversos accidentes circunstanciales, resulta que han sobrevivido" (p.123)
Brottman se ríe también de impulsos, manías y neurosis y de esta "moda" de chulearse de los libros leídos (¡y de los no leídos!), de  la propia idea de que los libros nos hacen mejores, "junto con reciclar, meditar y reducir el consumo de carbohidratos" (p.19)  y concluye que "la lectura está muy sobrevalorada"  lo que ha derivado no en la muerte de la lectura como muchos pregonan, sino en la muerte del criterio (p.21).

Desmitifica las bibliotecas como templos del conocimiento para llenarlos de nuevas connotaciones como espacios que producen angustia al recordarnos que "por mucho que vivamos, nunca conseguiremos leer ni una ínfima parte de los libros que ya existen" (p.69); y como lugares que atraen suicidas o se asocian a la muerte: "todos eses depósitos subterráneos y polvorientos recuerdan a un mausoleo..." (p.71). Igualmente, discute ese supuesto efecto negativo que Amazon ha tenido en las librerías.

Ojo que el título es un engaño. No faltan las declaraciones de amor a la lectura y sus virtudes, sobre todo como camino al autoconocimiento (de nuevo como la masturbación).
"Según Freud, la lectura, al igual que el arte y la escritura creativa, es un modo pueril y regresivo de soñar despierto" (p.104)
No faltan tampoco las recomendaciones y la visita guiada por los estantes de la biblioteca universal que sirven tanto para lectores como para no lectores:
"La poesía es mejor reservarla para momentos privados, especiales, tal vez tras haber tomado un par de copas, cuando nos sintamos solos y reflexivos" (p.125) 
"Solo deberíais leer libros con los que disfrutéis" (p.133)
Y por último, muy en la línea de lo que defendía Xabier P. Docampo, nos recomienda a los/as docentes no simplificar ni dulcificar nuestras recomendaciones lectoras. ¿Cuántas ficciones inquietantes constituyen una lectura de lo más gratificante? ¿O libros brillantes que nos alteran nuestras ideas preconcebidas y nos hacen sentir peor? ¿Deberíamos evitar recomendarlos porque no son "divertidos"?
"Mortimer J. Adler argumentaba que "incluso cuando tienen buenas intenciones, la práctica de los educadores que tratan de hacer el proceso de aprendizaje menos doloroso de lo que es, no solo lo vuelven menos estimulante, sino que además debilitan la voluntad y las mentes de aquellos sobre quienes se perpetra este fraude" (p.143)

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